Hay que calentar la casa
desde el patio hasta el último rincón
para no dejar la sensación de vacío.
Los cuerpos que la habitan siempre esperan la intención del regreso
la sonrisa perenne
la contemplación en el espejo de una imagen reposando en la cama
el paladeo del asombro ante la otra mitad de la luna
mientras se desangra lentamente la llave del baño.
Hay que calentar la casa
no una, ni dos, ni otras más
no para detener el tiempo
hay que calentar la casa para sentir la fuerza simple de la existencia.
desde el patio hasta el último rincón
para no dejar la sensación de vacío.
Los cuerpos que la habitan siempre esperan la intención del regreso
la sonrisa perenne
la contemplación en el espejo de una imagen reposando en la cama
el paladeo del asombro ante la otra mitad de la luna
mientras se desangra lentamente la llave del baño.
Hay que calentar la casa
no una, ni dos, ni otras más
no para detener el tiempo
hay que calentar la casa para sentir la fuerza simple de la existencia.
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