Gracias al cine o en el mejor de los casos a los realizadores (voyeuristas viejos y nuevos), hemos descubierto una gama infinita de universos y realidades rarificadas, insólitas, contrastastadas y paradójicas como la vida misma, o historias simplistas para el puro divertimento. Así mismo, somos conocedores de la primera manifestación erótico-afectiva: El beso, ese contacto prolongado y febril que se compartió con la novia de turno al despuntar los fragores pubériles, gracias a la complicidad de la función vespertina, mientras en la pantalla una simpática niña de doce años (Tatum O¨Neal) acompañaba a su padre (Ryan O¨Neal) por un camino largo y polvoriento en plena depresión americana, en una cinta con un nombre sugestivo y poético: Luna de Papel. Al perder la inocencia y entrar a eso llamado madurez, tratamos de conceptualizar las diferentes propuestas estéticas de realizadores como Federico Fellini, Ingmar Bergman, Woody Allen, Michelangelo Antonioni, Luchino Visconti, Jean Luc Goddard, Francois Truffaut, Luis Buñuel y tantos otros mirones eternamente nuevos que con su tonalidad visual y sonora tratan de plantearnos su cosmovisión y de paso robarnos nuestra intimidad al violentarnos con sus imágenes, convirtiéndonos en cómplices de las circunstancias allí mostradas: solazarnos con Anita Egberg, hermosa y sensual chapoteando alegremente en la fuente de Trevi gozando de la Dolce Vita; o con los avatares de la Gelsomina (Julieta Massina) en la Strada. Los diálogos de una madre y una hija (Ingrid Bergman y Liv Ullman compartiendo sus frustraciones y desesperanzas en esa Sonata de Otoño; el acercamiento y distanciamiento filosófico sobre la existencia de Dios en el Séptimo Sello. Los conflictos de pareja y las recurrentes neurosis de la sociedad actual a través de una mujer llamada Annie Hall (Diane Keaton); el buscador de talentos y estrellas fugaces en Broadway Danny Rose. A la inefable y angustiada Mónica Vitti quien con sus silencios y la prolongada incomunicación, espera traducir la opresión del hombre contemporáneo en ese Desierto Rojo y el Eclipse. El adolescente Antoine, desubicado y con anhelos que no pueden ser reprimidos pese a Los Cuatrocientos Golpes que recibe en su corta vida.
Mientras existan los voyeuristas (realizadores, guionistas, actores y publico) seguirá el cine con un propósito mas allá del simple divertimento y espectacularidad. Entonces que viva el cine y para siempre.
0 comentarios:
Publicar un comentario