Estamos ante un país enfermo, desahuciado y agónico. Sostenido por la infamia y la locura colectiva. Sus síntomas: violencia, abulia, corrupción, paramilitarismo, sátiros que condenan la infancia, un emperador entronizado y endiosado por los bufones de la corte, una ausencia total por el respeto hacia la vida, padres que ciegan la simiente sin pudor alguno y con cinismo aberrante. No hay derecho. La ignominia campea ante los ojos desprevenidos del común y lo peor no se hace nada por detenerla, ¿y cómo?, si los grandes ponen el ejemplo.
Bienaventurado el hombre (Salmo 1)
Bienaventurado el hombre que no sigue las consignas del Partido ni |
ERNESTO CARDENAL |
jueves, 9 de octubre de 2008
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