Las palabras son innecesarias cuando los hombres logran la inmortalidad. Las palabras son necesarias cuando los hombres son dignos de merecerlas. Por eso solo bastan estas dos palabras: Gracias maestro. 
Bienaventurado el hombre (Salmo 1)
Bienaventurado el hombre que no sigue las consignas del Partido ni  | 
    
ERNESTO CARDENAL  | 
    
lunes, 18 de mayo de 2009
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