Las voces femeninas destilan fragmentos imborrables, nos dejan sin aliento y nos refrescan la memoria, marcan nuestra vida por siempre como un tatuaje en la piel. Nos dejan en silencio para reconocer su voz en la distancia. Esta fue Meira Delmar. Aquí está su presencia, pero nos dejo su ausencia y los asomos de su inmortalidad. Brille para ella la luz de la poesia infinita .
Bienaventurado el hombre (Salmo 1)
Bienaventurado el hombre que no sigue las consignas del Partido ni |
ERNESTO CARDENAL |
miércoles, 18 de marzo de 2009
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